Jungfraujoch, Suiza: emociones en la estación de tren más alta de Europa

Vivencias de una experiencia inolvidable a 3.500 metros de altura en la mágica estación construída entre dos de los más altos picos de los Alpes suizos

Actualizado: 27 de mayo de 2020

Cómo describir lo indescriptible?
La sensación de estar en la cima del mundo. El deseo desesperado  -e inútil- de lograr fotos que reflejen esas imágenes increíbles que no olvidaremos.
Nieve y montaña fusionadas a 10 grados bajo cero que se sufren y gozan a la vez mientras los cuervos, muy amigables, van y vienen y hasta posan para la foto.
Un par de kilómetros caminados dentro de esa maravilla construida por seres humanos entre dos de las montañas más altas de los Alpes

Un mágico palacio de hielo entre estrechos pasillos y sorprendentes esculturas

La impresionante chocolatería. Por supuesto, shows de 360 grados, variedad de relojes suizos, shops impecables, bares y restaurantes.

Todo allí,  a 3.500 metros de altura, en medio del silencio atronador de las cumbres blancas

Cuatro trenes sincronizados con perfección suiza nos llevaron a la cima. Otros cuatro nos llevarán hasta la bellísima Interlaken.
El sol sonríe y alguna nube acompaña para embellecer aún más las vistas, un día soñado.
El matrimonio de New Jersey con un hijo en Manhattan; la joven pareja china de Shanghai; el simpático guarda de tren portugués que hablaba muy bien español,  los hindúes de Mumbai y su hijo de 8 años a quien le gusta el fútbol  (y su inevitable mención a Maradona); los sudafricanos que nos sacaron 10 fotos en la nieve para que podamos elegir; la española de Murcia que hace un mes estuvo estuvo en ... el carnaval de Tilcara, se enamoró de la Argentina, nos preguntó si teníamos mate, nos regaló chocolate y nos hizo descuento en la compra.

Todas las razas, las religiones, la diversidad convive en lo más alto de la montaña como un símbolo de lo que parece una utopía en este mundo tan complejo y duro

Las palabras brotan a borbotones y siento la certeza de que apenas transmitirán una mínima porción de nuestras emociones, de esa adrenalina que nos impulsaba aún cuando, en las subidas, faltaba un poco el aire porque no es tan simple andar a la velocidad de los sentimientos a 3.500 metros...


Escribí estas líneas de un tirón mientras el tren iniciaba el primer tramo del descenso.
Quizás por la necesidad de agregarle algunas frases a esas fotos que disfrutaremos años y años sabiendo que lo vivido fue mucho (pero mucho) más. Una indudable aproximación al paraíso.

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