Egipto: Asuán, donde “nace” el Nilo

Eduardo sigue adelante junto a su familia descubriendo las fascinantes bellezas de Egipto

Actualizado: 30 de abril de 2020

La segunda etapa de nuestro viaje en familia por Egipto es la ciudad de Asuán, que por mucho tiempo fue el límite sur del antiguo imperio y donde se pensaba que nacía el Nilo.

La necesidad de controlar o al menos predecir las crecientes de las aguas, llevó a los egipcios a construir “nilómetros”, unas construcciones escalonadas que permitían medir el nivel del río del cual dependía en gran medida la vida en la antigüedad

El de la isla Elefantina es uno de ellos y sorprende lo avanzado de su técnica

En las épocas modernas para poder manejar el caudal del Nilo con participación inglesa se hizo una primera represa en 1902 y, ante su insuficiencia, con ayuda soviética a partir de 1956 se construyó la represa actual que permitió la formación del inmenso lago Nasser, uno de los lagos artificiales más grandes del mundo.

Los más importantes monumentos egipcios de Asuán están en la Isla de Filé y son los templos de Isis y de Horus, esposa e hijo de Osiris respectivamente. Mientras las visitamos, el guía de la excursión, Osama, explica que son construcciones del período helénico Ptolomeico, y que luego de la conquista romana, los templos se siguieron remodelando hasta concluir en el siglo III DC, por lo que presentan construcciones romanas accesorias como el templo de Augusto y el kiosko de Trajano.

Como en Abu Simbel, los monumentos fueron trasladados a su actual emplazamiento como consecuencia de la construcción de la represa.

Ahora vamos con el bus hasta una cantera de granito donde se encuentra el famoso “obelisco inacabado”, una construcción de 42 metros todavía adherida a la roca y que habría sido abandonada por presentar una rajadura. Nos impresionan el gran tamaño, superior a todos los obeliscos conocidos, y la técnica, poner maderas en las fisuras, echarles agua y hacer que la madera al expandirse rompa el granito.

Después de almorzar en el Hotel Helan, con vista al río, hacemos uno de los paseos más típicos: recorrer el Nilo en un barco a vela o “Faluca” y poder apreciar desde el agua los distintos perfiles de la ciudad.

El recorrido tiene lo suyo: primero la “faluca” se va contra la orilla; luego, ya en medio del río, aparecen niños en canoa cantando y pidiendo monedas. En algún momento casi chocamos con otra embarcación, desde la que nos saludan muy sonrientes.

De pronto vemos el histórico hotel “Old Cataract”, donde se alojaba la nobleza europea y donde Agatha Christie escribió su famosa novela “Muerte en el Nilo”. Una visión que moviliza y atrapa

Más tarde vamos a visitar una población de Nubios. Comenzamos yendo en lancha por el Nilo pero la última parte del recorrido la hacemos en camellos de una joroba.

Es una nueva experiencia: subir es fácil porque el camello se arrodilla, pero en el momento en que se incorpora o al final cuando se sienta para que descendamos, se sufre un cimbronazo para el que hay que estar preparado.

El paseo es muy bello caminando sobre los médanos por la orilla del Nilo al atardecer.

En el pueblo Nubio nos recibe en su casa Juan, un amigo de Osama. Nos cuenta de sus tradiciones, comidas y religión. De su profunda vinculación con la naturaleza y de su buena relación con los cocodrilos, que tienen como mascotas cuando son pequeños.

Nos muestra, a dos cocodrilos grandes que tiene en un tanque y nos confiesa como un grave problema que no sabe qué hacer con ellos. Vicky, mi hija menor, se impresiona.

Damos una recorrida por el poblado, muy colorido y con negocios que venden de todo. Lucía, mi esposa, regatea a gusto y compra lindas túnicas que Sofía luce con encanto. En cada momento pasan por la calle personas en camello o en moto. Es noche de reyes. Todo está iluminado con luces de colores. Los adultos fuman la pipa de agua en la puerta de sus casas, los jóvenes atienden los negocios y tratan de vendernos cosas, y los niños corren, juegan y se divierten todo el tiempo. Nos da la imagen de un mundo feliz más allá de la pobreza que se percibe.

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Ya está oscuro y nos llega la noticia de que nuestro crucero no puede llegar hasta Asuán, porque el río está muy bajo, y que iremos en bus hasta Kom Ombo a tomarlo, son unos 40 kilómetros apenas. Allá vamos, pero esa será otra aventura.

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