Costa Amalfitana: vedere Furore e dopo morire

Deslumbrados por un fiordo maravilloso que aguarda escondido entre Positano y Amalfi, te contamos sobre esta maravilla no tan nombrada por el turismo

Actualizado: 27 de mayo de 2020

Los que tuvimos el privilegio de transitar la Costa Amalfitana sentimos que después de tanta belleza incomparable nada podrá sorprendernos. Positano, Amalfi, Ravello, son célebres por mérito propio hace muchos años; conocerlos y volver a ellos es un placer de esos que todo viajero anhela.

Ravello - Villa Rufolo

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En ese marco de ensueño hay un pequeño rinconcito escondido que puede pasar desapercibido para quien no esté advertido, entre tantos sitios imperdibles.

Furore

Empecemos por ubicarnos. Yendo de Amalfi hacia Positano, luego de pasar Conca dei Marini se encuentra la Gruta Esmeralda, otro hermoso lugar donde, logrado el pequeño milagro de un espacio para estacionar, se puede descender a conocer el interior de la impactante Gruta.

Algo más de un kilómetro más adelante está el puente que permite atravesar el fiordo y donde decenas de autos tratan -la mayoría de las veces infructuosamente- de detenerse, al menos unos segundos, para poder ver y fotografiar la impresionante vista, por cierto nada fácil de abarcar.

Furore y su fiordo, declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, justifican ampliamente una parada que no será sencilla pero sí inolvidable

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Sobre la izquierda, es decir, cruzando el puente -siempre viniendo desde Amalfi- están las tentadoras escaleras que invitan a descender hacia la playa.

Quien esté en auto, si es muy afortunado -y toma los riesgos del caso- quizás encuentre un lugar donde dejarlo por un rato contra el acantilado al borde de la ruta. Hay otra alternativa y es hacer una parada en el bar-restaurante del Hotel La Locanda del Fiordo, ubicado a apenas 250 metros del puente en dirección a Positano. Así lo hicimos Hebe y yo, aprovechando para almorzar en ese bello lugar con una vista incomparable, excelente atención y muy buena comida italiana.

Como saben los amantes de la Costa Amalfitana, recorrer los 250 metros por la ruta tampoco es juego de niños y más vale estar alerta al constante tráfico, las inexistentes veredas de la tan estrecha ruta y las vistas encantadoras que nos atraen sin cesar.

La bajada al fiordo es sencillamente maravillosa. Cada tramo del descenso convoca a sacar fotos a diestra y siniestra, los adjetivos se agotan en los primeros escalones y los afortunados viajeros suelen contemplar en respetuoso silencio la magia combinada de la naturaleza y la presencia humana.

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En suma, otro imperdible para añadir a la larga lista de los tantos atractivos de una región extraordinaria.

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